viernes, noviembre 24, 2006

Castellano en Aragón

A pesar de que hoy la mayoría de la región aragonesa ya no es bilingüe, perviven en el castellano hablado rasgos que no responden a la norma de ese idioma. Estos hechos lingüísticos difieren, en algunos casos, de lo que se conoce por habla vulgar o baturro, ya que se encuentran frecuentemente en personas cultas; otros, por el contrario, son propios del habla vulgar, pero el hecho de que no se produzcan en otras zonas del castellano muestra claramente su carácter dialectal, en opinión de algunos autores. Así pues, el castellano hablado en Aragón revela una persistencia de hábitos regionales muy antiguos, procedentes, en parte del aragonés y, en parte, debidos a cierta evolución autónoma.

En la entonación encontramos diferencias entre el norte y las zonas central y sur, donde se produce una entonación ascendente y un alargamiento de la vocal final muy característicos, desconocidos en el norte.

Existe la tendencia a pronunciar como graves las palabras castellanas esdrújulas (arboles, medico, cantaro, por árboles, médico, cántaro). El uso del sufijo diminutivo -ico (poquico, chiquitico) persiste hoy en Aragón como rasgo dialectal; desde aquí extendió su dominio a Murcia y Andalucía oriental.

La confusión de distintos temas verbales (daron por dieron, pusiendo por poniendo) y el uso de los pronombres de sujeto como término de preposición («cuento con tú») suelen ser considerados, igualmente, como rasgos del castellano hablado en Aragón, a los que algunos lingüistas añaden el empleo de pues al final del enunciado como apoyo idiomático.

Por otra parte, se van extendiendo por Aragón algunos rasgos propios de otras variedades dialectales del castellano. Así, el yeísmo característico de los dialectos meridionales, es hoy un fenómeno generalizado entre los jóvenes, y entre los adultos, solamente algunos (principalmente los originarios de zonas rurales) son capaces de distinguir los fonemas /l/ e /y/ que diferencian pollo y poyo, o ralla y raya. Y si el castellano en Aragón se ha distinguido por el uso etimológico de los pronombres átonos de tercera persona (lo, la, le), frente al laísmo, loísmo y leísmo de otras zonas, actualmente se está generalizando en nuestra comunidad el empleo de le complemento directo masculino de persona («Ayer le vi a Juan» por «Ayer lo vi»).

En el léxico se conservan gran cantidad de aragonesismos, empleados en la conversación ordinaria y considerados por el hablante como castellanos. Habría que diferenciar aquí el léxico de los pueblos y el de las ciudades grandes; en los pueblos los aragonesismos son más abundantes, pero no es difícil oír en las ciudades palabras como: jada (azada), mengrana (granada), panizo (maíz), encorrer (perseguir corriendo), espinais (espinacas), escobar (barrer), pozal (cubo), alfalze (alfalfa), gayata (bastón), sargantana o sangartesa (lagartija), samarugo (tonto, simple), jauto (soso), fiemo (estiércol), chito (tallo nuevo de una planta, esqueje), espirallo (tapón para las cubas), colgallo (colgajo), astral (hacha), fajo (haz), rete (red) etc.

Como fenómeno curioso, muchas palabras derivadas mantienen la fonética aragonesa, mientras que la forma simple, origen de la derivada, está ya totalmente castellanizada: pescado, pero pescatero y pescatería; hilo pero filorcho y esfilorchar; hollín, pero esfollinar y esfollinadores; harina, pero farinetas, etc. Hay palabras que han adquirido un sentido peculiar en Aragón: torre (finca con casa), riego (cauce de una pequeña acequia), y otras que tienen un género diferente: siñal/señal («Un señalín de sal»), La Huerva (el río Huerva).


Cita de búsqueda en Gran Enciclopedia Aragonesa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

jolio! eso de que digan que el sufijo -ico es el más aragonés me saca de quicio, desde luego es mil veces más aragonés el -et, -er, -é/-eta